miércoles, 20 de agosto de 2014

El cataclismo de Damocles

Un minuto después de la última explosión, más de la mitad de los seres humanos habrá muerto, el polvo y el humo de los continentes en llamas derrotarán a la luz solar, y las tinieblas absolutas volverán a reinar en el mundo. Un invierno de lluvias anaranjadas y huracanes helados invertirá el tiempo de los océanos y volteará el curso de los ríos, cuyos peces habrán muerto de sed en las aguas ardientes, y cuyos pájaros no encontrarán el cielo. Las nieves perpetuas cubrirán el desierto del Sahara, la vasta Amazonía desaparecerá de la faz del planeta destruido por el granizo, y la era del rock y de los corazones transplantados estará de regreso a su infancia glacial. Los pocos seres humanos que sobrevivan al primer espanto, y los que hubieran tenido el privilegio de un refugio seguro a las tres de la tarde del lunes aciago de la catástrofe magna, sólo habrán salvado la vida para morir después por el horror de sus recuerdos.
La Creación habrá terminado. En el caos final de la humedad y las noches eternas, el único vestigio de lo que fue la vida serán las cucarachas.

Señores presidentes, señores primeros ministros, amigas, amigos:
Esto no es un mal plagio del delirio de Juan en su destierro de Patmos, sino la visión anticipada de un desastre cósmico que puede suceder en este mismo instante: la explosión -dirigida o accidental- de sólo una parte mínima del arsenal nuclear que duerme con un ojo y vela con el otro en las santabárbaras de las grandes potencias.

Así es: hoy, 6 de agosto de 1986, existen en el mundo más de 50.000 ojivas nucleares emplazadas. En términos caseros, esto quiere decir que cada ser humano, sin excluir a los niños, está sentado en un barril con unas cuatro toneladas de dinamita, cuya explosión total puede eliminar 12 veces todo rastro de vida en la Tierra. La potencia de aniquilación de esta amenaza colosal, que pende sobre nuestras cabezas como un cataclismo de Damocles, plantea la posibilidad teórica de inutilizar cuatro planetas más que los que giran alrededor del Sol, y de influir en el equilibrio del Sistema Solar. Ninguna ciencia, ningún arte, ninguna industria se ha doblado a sí misma tantas veces como la industria nuclear desde su origen, hace 41 años, ni ninguna otra creación del ingenio humano ha tenido nunca tanto poder de determinación sobre el destino del mundo.

El único consuelo de estas simplificaciones terroríficas -si de algo nos sirven-, es comprobar que la preservación de la vida humana en la Tierra sigue siendo todavía más barata que la peste nuclear. Pues con el sólo hecho de existir, el tremendo Apocalipsis cautivo en los silos de muerte de los países más ricos está malbaratando las posibilidades de una vida mejor para todos.
En la asistencia infantil, por ejemplo, esto es una verdad de aritmética primaria. La UNICEF calculó en 1981 un programa para resolver los problemas esenciales de los 500 millones de niños más pobres del mundo, incluidas sus madres. Comprendía la asistencia sanitaria de base, la educación elemental, la mejora de las condiciones higiénicas, del abastecimiento de agua potable y de la alimentación. Todo esto parecía un sueño imposible de 100.000 millones de dólares. Sin embargo, ese es apenas el costo de 100 bombarderos estratégicos B-1B, y de menos de 7.000 cohetes Crucero, en cuya producción ha de invertir el gobierno de los Estados Unidos 21.200 millones de dólares.
En la salud, por ejemplo: con el costo de 10 portaviones nucleares Nimitz, de los 15 que van a fabricar los Estados Unidos antes del año 2000, podría realizarse un programa preventivo que protegiera en esos mismos 14 años a más de 1.000 millones de personas contra el paludismo, y evitara la muerte -sólo en África- de más de 14 millones de niños.
En la alimentación, por ejemplo: el año pasado había en el mundo, según cálculos de la FAO, unos 565 millones de personas con hambre. Su promedio calórico indispensable habría costado menos de 149 cohetes MX, de los 223 que serán emplazados en Europa Occidental. Con 27 de ellos podrían comprarse los equipos agrícolas necesarios para que los países pobres adquieran la suficiencia alimentaría en los próximos cuatro años. Ese programa, además, no alcanzaría a costar ni la novena parte del presupuesto militar soviético de 1982.
En la educación, por ejemplo: con sólo dos submarinos atómicos tridente, de los 25 que planea fabricar el gobierno actual de los Estados Unidos, o con una cantidad similar de los submarinos Typhoon que está construyendo la Unión Soviética, podría intentarse por fin la fantasía de la alfabetización mundial. Por otra parte, la construcción de las escuelas y la calificación de los maestros que harán falta al Tercer Mundo para atender las demandas adicionales de la educación en los 10 años por venir, podrían pagarse con el costo de 245 cohetes Tridente II, y aún quedarían sobrando 419 cohetes para el mismo incremento de la educación en los 15 años siguientes.
Puede decirse, por último, que la cancelación de la deuda externa de todo el Tercer Mundo, y su recuperación económica durante 10 años, costaría poco más de la sexta parte de los gastos militares del mundo en ese mismo tiempo. Con todo, frente a este despilfarro económico descomunal, es todavía más inquietante y doloroso el despilfarro humano: la industria de la guerra mantiene en cautiverio al más grande contingente de sabios jamás reunido para empresa alguna en la historia de la humanidad. Gente nuestra, cuyo sitio natural no es allá sino aquí, en esta mesa, y cuya liberación es indispensable para que nos ayuden a crear, en el ámbito de la educación y la justicia, lo único que puede salvarnos de la barbarie: una cultura de la paz.
A pesar de estas certidumbres dramáticas, la carrera de las armas no se concede un instante de tregua. Ahora, mientras almorzamos, se construyó una nueva ojiva nuclear. Mañana, cuando despertemos, habrá nueve más en los guadarneses de muerte del hemisferio de los ricos. Con lo que costará una sola alcanzaría -aunque sólo fuera por un domingo de otoño- para perfumar de sándalo las cataratas del Niágara.

Un gran novelista de nuestro tiempo se preguntó alguna vez si la Tierra no será el infierno de otros planetas. Tal vez sea mucho menos: una aldea sin memoria, dejada de la mano de sus dioses en el último suburbio de la gran patria universal. Pero la sospecha creciente de que es el único sitio del Sistema Solar donde se ha dado la prodigiosa aventura de la vida, nos arrastra sin piedad a una conclusión descorazonadora: la carrera de las armas va en sentido contrario de la inteligencia.
Y no sólo de la inteligencia humana, sino de la inteligencia misma de la naturaleza, cuya finalidad escapa inclusive a la clarividencia de la poesía. Desde la aparición de la vida visible en la Tierra debieron transcurrir 380 millones de años para que una mariposa aprendiera a volar, otros 180 millones de años para fabricar una rosa sin otro compromiso que el de ser hermosa, y cuatro eras geológicas para que los seres humanos a diferencia del bisabuelo pitecántropo, fueran capaces de cantar mejor que los pájaros y de morirse de amor. No es nada honroso para el talento humano, en la edad de oro de la ciencia, haber concebido el modo de que un proceso milenario tan dispendioso y colosal, pueda regresar a la nada de donde vino por el arte simple de oprimir un botón. Para tratar de impedir que eso ocurra estamos aquí, sumando nuestras voces a las innumerables que claman por un mundo sin armas y una paz con justicia. Pero aún si ocurre -y más aún si ocurre-, no será del todo inútil que estemos aquí. Dentro de millones de millones de milenios después de la explosión, una salamandra triunfal que habrá vuelto a recorrer la escala completa de las especies, será quizás coronada como la mujer más hermosa de la nueva creación.

De nosotros depende, hombres y mujeres de ciencia, hombres y mujeres de las artes y las letras, hombres y mujeres de la inteligencia y la paz, de todos nosotros depende que los invitados a esa coronación quimérica no vayan a su fiesta con nuestros mismos terrores de hoy. Con toda modestia, pero también con toda la determinación del espíritu, propongo que hagamos ahora y aquí el compromiso de concebir y fabricar un arca de la memoria, capaz de sobrevivir al diluvio atómico. Una botella de náufragos siderales arrojada a los océanos del tiempo, para que la nueva humanidad de entonces sepa por nosotros lo que no han de contarle las cucarachas: que aquí existió la vida, que en ella prevaleció el sufrimiento y predominó la injusticia, pero que también conocimos el amor y hasta fuimos capaces de imaginarnos la felicidad. Y que sepa y haga saber para todos los tiempos quiénes fueron los culpables de nuestro desastre, y cuán sordos se hicieron a nuestros clamores de paz para que esta fuera la mejor de las vidas posibles, y con qué inventos tan bárbaros y por qué intereses tan mezquinos la borraron del Universo.

© Gabriel García Márquez

lunes, 18 de agosto de 2014

Made to be seen

Cinco minutos.

Prende tus bocinas y sube el volumen; activa HD, ponlo en pantalla completa, dale play, reclínate y disfruta el viaje...



You taught me the courage of stars before you left.
How light carries on endlessly, even after death.
With shortness of breath, you explained the infinite.
How rare and beautiful it is to even exist.

I couldn’t help but ask for you to say it all again.
I tried to write it down but I could never find a pen.
I’d give anything to hear you say it one more time,
That the universe was made just to be seen by my eyes.








I couldn’t help but ask for you to say it all again.
I tried to write it down but I could never find a pen.
I’d give anything to hear you say it one more time,
That the universe was made just to be seen by my eyes.


With shortness of breath, I’ll explain the infinite
How rare and beautiful it truly is that we exist.


Bai.

jueves, 14 de agosto de 2014

99 Days of Freedom



Recientemente (12 de Agosto) me uní al programa 99 Days of Freedom nomás para ver qué tanto cambiaba mi vida si cerraba temporalmente Facebook.

Dicha iniciativa nació luego de que saliera a la luz un controvertido experimento hecho por Facebook y un par de universidades gabachas. En dicho experimento, se modificaron las noticias y el orden de las mismas en los 'Muros' o Timelines de cerca de 700 mil usuarios, para ver los cambios de estado de ánimo de los "participantes". El primer problema fue que la selección de usuarios para el experimento fue al azar y sin notificación alguna.

Los resultados, aunque predecibles, arrojaron que el estado de ánimo variaba dependiendo el tipo de noticias que las personas veían en sus Muros: a mayor índice de noticias tristes, más tristeza generaba en los usuarios y lo mismo para noticias alegres o irritantes, todo esto medido a partir de las publicaciones que los usuarios hacían posteriormente.

Podrá no parecer la gran cosa, pero lo realmente importante es lo que no se menciona: Facebook no pidió permiso ni notificó a los usuarios. Esto causó grandes molestias en la Unión Europea principalmente, donde se criticó fuertemente a la compañía por romper políticas de privacidad de varios países; también porque se puede inducir a los usuarios a escribir más, incrementando así la adicción a la red social así como de darle herramientas al gobierno norteamericano para manipular los sentimientos de las personas.

[Pueden leer más al respecto aquí y aquí.]

Bueno, pues en respuesta a tan controversial experimento, otros investigadores crearon el programa 99 Days of Freedom, donde pretenden demostrar que la felicidad de las personas aumenta con el simple hecho de cerrar la cuenta de Facebook o alejarse de la red temporalmente.
Es bien conocido que han salido varios estudios donde se afrma que el uso excesivo de Facebook provoca infelicidad y hasta depresión.
Por leer tanta pendejada...
Tampoco hay que ser un genio para darse cuenta de cuál es el negocio de Zuckerberg, razón por la cual no es sorpresa que el muy hijo de puta busque formas de incrementar las ventas de sus patrocinadores/anunciantes así como de recopilar la mayor cantidad de información posible de los usuarios y venderla.

Piénsalo: Facebook sabe qué te gusta (todos esos Likes a las miles de páginas que pasan por tu Muro); sabe a dónde vas (todas esos Check-ins en restaurantes, bares, hoteles, ciudades y más...); sabe con quién estás (todos esos Tags); sabe cuando estás triste, contento, enojado o decepcionado (todos esos Moods); sabe tu número telefónico (Facebook adquirió Whatsapp recientemente); y sobre todo, conoce a tus familiares, amigos, conocidos y hasta a tu pinche perro, gracias a todas las fotografías que subes a diario.

He de decir que a mí me importa una chingada el experimento de Facebook. Cualquier persona que haya leído un poco puede darse cuenta cómo las redes sociales alteran el comportamiento (negativamente) de las personas. Basta con ver una puta reunión con la familia o los amigos para darse cuenta que prácticamente todos tienen el jodido celular en la mano y no conviven con los demás.

Si no quieren estar ahí y prefieren estar platicando con la persona 'del otro lado del teléfono' o quisieran estar en el otra fiesta, pues váyanse a la verga... ¡pero volando!
Hasta pendejos son. Nomás perdiendo el tiempo ahí en lugar de estar en ese otro sitio más divertido o con compañía más amena.

"La fiesta está buenísima, goei..."
Aunque estoy pinches seguro que cuando lleguen a la otra fiesta o reunión, también van a sacar el celular para hablar con alguien más... el cuento de nunca acabar.

Eso sí, yo no me deslindo. Declaro que también lo he hecho. Y bastante.
Es por eso mismo que comencé mi desintoxicación usando la famosa red cada vez menos y finalmente, uniéndome al programa para ver qué tal me va.

En resumen puedo decirles, apenas van 4 días y los principales beneficios que he notado con esta acción fueron:
  • Disminución de uso de datos móviles en un 40% (promedio diario). El no estar descargando imágenes ni interactuando con todo mundo definitivamente me ha ahorrado datos :3
  • Aumento en productividad laboral en un ~20%. Si antes terminaba mi trabajo el jueves, esta semana lo terminé el miércoles.
  • Comencé mi primer libro del año. Sí, leyeron bien, el PRIMERO y no me siento orgulloso :(
  • Tengo un poco de tiempo extra para estudiar Java. Al menos 20 minutos al día.
  • Dedicarle tiempo y atención a las personas. Esta semana he salido 3 veces y no saqué mi celular más que para contestar una sola llamada, a diferencia de sacarlo cada 5 minutos para revisar notificaciones y escuchar el sonidito de pop a cada rato.
  • Más tiempo para dormir. Duermo una hora más.
¿Mamadas? No. Todo es cierto.

Y no adelantaré nada. Me conozco y muy probablemente volveré a usar Facebook porque es realmente útil para mantenerte en contacto con los amigos pero sí me gustaría sacar provecho de este tiempo 'libre' y aprender a usar Facebook de una manera más inteligente.

Nos leemos pronto, perritos.

P.S.: Por si se pinches preguntaban, el libro es Vivir para contarla, de Gabriel García Márquez. Un regalo que me hicieron hace casi 3 años.

Bai.

ACTUALIZACIÓN:

Lunes 18 de Agosto.
  • La batería de mi celular dura casi 100% más. Antes cargaba la batería el teléfono a medio día y en la noche nuevamente. Hoy sólo lo hago por las noches.
  • Usé tan sólo 15 MB de datos en TODO EL FIN DE SEMANA.
  • Cociné. Siglos sin hacerlo. Probablemente me dé tiempo de intentar algunas recetas nuevas y subir los resultados de mis creaciones, al más puro estilo instragramero ñ_ñ
Nomás pa'que les dé hambre, les pongo una foto de un delicioso pescado empanizado como el que hice ayer:
Acompañado con agua de pepino, piña y un toque de limón.